Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

lunes, 6 de agosto de 2012

ANTONIO FLORES SCHROEDER, Ciudad Juárez

Nuestros días 

Mataron a la mujer del trece Acecha al tiempo el silencio

la última dealer de la vecindad
fantasma de mil noches
flaca
         porosa
 y tan falta de Dios
                 y sin buena mota que vender.
Lo mismo le sucedió a doña María
que lloraba junto a Pancho
cuando los extorsionadores
iban a su farmacia cada viernes.
Martín, el policía con diez autos
y una mansión en la colonia Hidalgo,
se voló los sesos una noche
que encontró a su hijo sin cabeza.
Los sobrinos de mi vecina
no llegaron al cine:
un recuerdo de silencio
los alcanzó en un semáforo.
El niño de Martina no podrá caminar
una bala anónima entró en su espalda;
tampoco el de Mario, mi amigo, que aún corre
para huir de los disparos en el centro comercial.
Y yo con todas estas muertes y noticias
no podré ser el mismo de ayer,
ahora soy como siervo del tiempo:
sin sonrisas
horas de color
o repertorios de canciones norteñas
ni alabanzas a los santos impunes.

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